Aunque Rodrigo desarrolló parte de su carrera militar alejado de esta ciudad e incluso (según el Cantar) sus habitantes le negaron cualquier ayuda por temor a la ira real de Alfonso VI, Burgos es ciudad cidiana por excelencia.
Existe una ruta urbana que recorre los hitos más destacados citados en el Cantar de mio Cid. La primera parada es el Solar del Cid, a los pies del castillo, enclave en el que la tradición sitúa la casa del Cid. Sobre el lugar se erige un pedestal en el que aparecen tres monolitos con los escudos de Burgos, de San Pedro de Cardeña y, en medio, una leyenda conmemorativa con el blasón del Campeador.
Desde el Solar, la siguiente visita nos lleva a la Iglesia de Santa Águeda, donde se ubica uno de los episodios legendarios más intensos del Campeador: la Jura de Santa Gadea en la que el Cid obligó a jurar al rey Alfonso VI que no había participado en la muerte de su hermano, el rey Sancho.
Según narra el Cantar, el Cid abandonó la ciudad por el actual Arco de Santa María, lugar cuya fachada exhibe una de las estatuas más antiguas conocidas del Cid y en cuyo interior, en la Sala de Poridad, se conserva un hueso del Cid (el radio del brazo izquierdo) así como dos pinturas, una de Pedro Ruiz de Carmago (1602) y otra de Marceliano Santa María (1934) alusivas al Campeador. El Arco también custodia una réplica de la Tizona y una copia facsimilar del Cantar.
El Cid acampó extramuros, en la glera, junto al río Arlanzón. En el lugar se alza un sencillo monolito que reproduce los versos que recuerdan este hecho. Antes, el Cid se arrodilló ante la desaparecida iglesia de Santa María, donde hoy se alza la Catedral. En su interior reposan los restos de Rodrigo junto a los de su esposa, Jimena y también hay otros referentes cidianos de interés como el legendario cofre del Cid, con el que Rodrigo engañó a los judíos de Burgos para conseguir capital y así mantener a los hombres que le acompañaron en su destierro, o la Carta de Arras, en este caso referente histórico, en la que aparecen los bienes y propiedades de Rodrigo y Jimena con motivo de su matrimonio.
Otro de los lugares que custodian uno de los elementos cidianos más legendarios es el Museo de Burgos. La ruta nos llevará a este enclave donde se encuentra la Tizona, la espada del Cid que si bien todos los elementos visibles, incluidas las inscripciones y la empuñadura, son posteriores e incluso la tradición oral que adjudica esta espada al Cid se remonta al siglo XIV, es probablemente uno de los símbolos más conocidos asociados al Cid.
El itinerario nos conduce hasta el puente de San Pablo – o Vía Cidiana – flanqueado por los amigos y parientes del Cid: 8 esculturas del artista Joaquín Lucarini nos llevará hasta la estatua ecuestre más imponente y reconocida del Campeador. Del escultor Juan Cristobal fue inaugurada en 1955. Un Campeador triunfante, señalando con su Tizona la salida hacia Valencia, cierra este recorrido urbano siguiendo las huellas del burgalés más universal.