Si hay algo en lo que coinciden medievalistas, investigadores y expertos en la figura del Cid es en la necesidad de distinguir entre la faceta histórica y legendaria del personaje.
Por un lado está Rodrigo Díaz, el hombre de carne y hueso nacido entre los años 1045 y 1049 en el entorno del valle del río Ubierna (provincia de Burgos) y por otro, el Campeador, el personaje literario cuya figura ha inspirado infinidad de representaciones artísticas más allá del Cantar de mio Cid.
Tal es el punto al que ha llegado la estela legendaria del Campeador que algunos de los elementos vinculados a su figura también han adquirido ese estatus de leyenda, probablemente impulsados por algunos de los versos del Cantar.
La Tizona, la forja de leyenda
Sacaron las espadas Colada y Tizón,las pudieron en ma nos del rey su señor
Verso 3.175 y ss. CMC
La tradición atribuye al Cid dos espadas: la Colada y la Tizona. Se trata de los aceros más populares de la historia medieval de España aunque la Tizona – hoy en el Museo de Burgos – ha pasado a formar parte del listado de las espadas más famosas del mundo situándose al nivel de la Excalibur del rey Arturo – que curiosamente nunca se encontró – o la Joyeuse de Carlomagno.
A pesar de que todos los elementos visibles de la espada, como la empuñadura y las inscripciones, son posteriores al Cid, los investigadores argumentan que la hoja, completamente original, data de la época del Campeador. Lo que no cabe duda es que la Tizona, teniendo en cuenta sus singularidades y propiedades, es una pieza única.
Cabalgando sobre Babieca
En el caballo llamado Babieca cabalgahizo una carrera, ¡resultó extraordinaria!
Versos 1586 y ss. CMC
Si la Tizona es uno de los elementos legendarios más destacados vinculados al Campeador, no lo es menos Babieca: su caballo… o yegua ya que hay teorías que sugieren que se trataba de una yegua de capa torda que el Cid ganó al mismísimo rey de Sevilla. Al igual que el acero, Babieca también forma parte de los caballos más famosos de la historia llegando incluso a contar con un pequeño hito escultórico que honra su memoria. Éste se encuentra a las puertas del monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos), bajo dos grandes olmos.
A mediados del siglo pasado el duque de Alba realizó una excavación arqueológica en el lugar al objeto de encontrar restos del equino, aunque sin éxito. No obstante, tal y como afirmaba uno de los abades del cenobio, si en Cardeña estuvieron enterrados el Cid y Jimena, lo lógico es que su caballo también estuviera allí.
En resumen, el Cid y todo lo que lo rodea sigue vivo en el imaginario popular, como dos caras de una misma moneda: historia y leyenda en torno a uno de los caballeros medievales más importantes de la Edad Media Hispánica.